domingo, 28 de abril de 2013

Luz-Guerra



Hace unos minutos he visto el cuadro "El Nacimiento" de Georges de la Tour, gracias a la lectura de "Partición Formal" de René Char, una mención "asintáctica" junto con Heráclito me remitió a la guerra (πόλεμος) y a esas viejas imágenes que parecen ser el centro del rodeo de toda argumentación filosófica, científica o artística. En este punto, me vuelve a invadir la búsqueda de la originalidad, quizás una cándida certidumbre de que a través de los siglos el lenguaje ha ido ocultando discursos; al punto de que algunos filósofos califican al lenguaje de embrujo y otros tratan de subordinarlo a una comprensión pre-lingüística. En un "reduccionismo" lógico explicar el lenguaje, implica alumbrarlo sin presuponer este. Tarea infranqueable como la búsqueda de la mencionada originalidad de algún discurso. En esto el tiempo parece roer las patas de las mesas, aunque Heidegger haya tenido que admitir que jamás pudo verlo. Parece que la luz nos seguirá dislocando en la privacidad. 

                                                             IX
Dos méritos,-Heráclito, Georges de la Tour, os estoy agradecido por haber expulsado durante largos instantes fuera de cada pliegue de mi cuerpo singular la añagaza de la condición humana incoherente; por haber labrado el anillo desnudo de la mujer según la mirada del hombre; por haber hecho ágil y admisible mi dislocación; por haber gastado vuestras fuerzas en la corona de esta consecuencia sin medida de la luz absolutamente imperativa: la acción contra lo real, por tradición ,significada, simulacro y miniatura.
(René Char) 

Una vela o una  lámpara provee la luz en los cuadros nocturnos de Georges de la Tour. Solo un punto abre el mundo para el observador, el ojo encuentra respiro en esta abertura que parece ser la misma en todos los cuadros; como en la palabra, aquí se halla un paralelismo con el grito previo al lenguaje articulado. Una ruptura que apuesta por la verdad descarnada y mandataria. El inicio que a primera vista se consuela con la poesía, y ha empezado a correr incoherente: El animal que ha brotado de la guerra y se dirige al claro del bosque, entonces transoscurecemos (señalaría Paul Celan). Y en esa argumentación cuyas premisas se iluminan de intelección, el pecado parece manifestarse: una vía que nunca se repite porque siempre está comenzando. Una luz que es común e indiscernible, pero nunca la misma. La misma poesía que es sinónima de verdad, única.  

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